«Bolivia celebra ‘una gran victoria nacional, por volver a ser un país marítimo’, declaró ayer el presidente Jaime Paz Zamora, antes de viajar al puerto peruano de llo, donde firmará con el presidente peruano, Alberto Fujimori, un acuerdo para que su país tenga una salida al mar. [1]

Aquella mañana del viernes 24 de enero del año 1992, nada haría sospechar a nuestros vecinos, que se encontraban ante uno de los tantos embustes políticos respecto a su salida al mar; ni a los ileños, que otro era el propósito principal de la visita de Fujimori al puerto del sur del Perú.

Ilo puerto de ensueño

El año anterior, nos habíamos trasladado con mi compañera y mi pequeña hija, a la ciudad de Ilo, al  reencuentro con mi ejercicio profesional, luego de 3 años de estar fuera de circulación. Y de paso, recuperarnos de los estragos del fujishock del 90.

Ingresé a la Asociación Civil Labor como promotor barrial, a trabajar proyectos de gestión popular del hábitat con la Federación de Pueblos Jóvenes y Asentamientos Humanos de Ilo (Fepjahi) y la Municipalidad Provincial. Además, para colaborar puntualmente con la investigación sobre los impactos al ambiente y a la salud generados por las operaciones de la Southern Perú, que venía conduciendo Doris Balvín Diaz, como sustento a la demanda que debía presentarse ante el Tribunal Internacional del Agua, en diciembre del año 1992 en Holanda. Investigación que se convirtió en una publicación pionera en materia de impactos socio ambientales generados por la actividad minera en el Perú.[2]

Como parte del estudio, se me encargó indagar la percepción de cambios en la calidad del ambiente y el entorno de la ciudad, como consecuencia de la contaminación generada por la Southern. Para ello tenía que aplicar una entrevista semi estructurada a antiguos pobladores y dirigentes, que se fue transformando en amenas pláticas informales acompañadas de sus respectivas cervezas heladas, como preludio a amistades invaluables.

Especial afecto establecí con Isidro Muñoz; ex pescador de chinchorro que colgó las redes, luego de pasar toda una noche y buena parte del día siguiente, cogido con las 20 uñas a unas peñas cercanas a Punta Coles, al ser embestido en su pequeña balsa por una ola chúcara e irrespetuosa, hasta que unos colegas lo divisaron desde la playa contigua y fueron por él.

Ahí mismo me di cuenta de que era hora de cambiar de oficio. Me pasé a ser dirigente vecinal de Miramar.  Organizamos el Primer Congreso de la Federación de Pueblos Jóvenes, con Mario Luna, Darío Cárdenas, Juan Mendoza, Juan de Dios Berroa y otros más. Mierda, qué tales épocas. Evocaba con entusiasmo en esas interminables conversas, junto a su compadre Tito Villanueva.

Pero eso fue por vocación. De alguna manera tenía que colaborar con los ingresos familiares, así que se puso al servicio de su señora esposa, vendedora de carne en uno de los puestos del Mercado Pacocha.

Su faena en el puesto iniciaba a las 5 de la madrugada: pasar el trapo por el mostrador y la balanza; dejar en orden la sierra, la espada afiladora y el juego de cuchillos; retirar del frigorífico el producto para la venta del día; disponer de las piezas de carne en sus respectivos ganchos; esperar la llegada de su esposa a las 6:00 en punto de la mañana.

Rutina matizada los martes y viernes, cuando se trasladaba muy temprano al viejo Camal Municipal de Cata Catas (a las afueras de la ciudad) a seleccionar y comprar vísceras al Boliviano, como apodaban al único matarife que tenía Ilo desde tiempos inmemoriales. Pero también para charlar de la vida y de paso aprender algo del oficio y de otras artes insólitas.

Boliviamar

La mañana del viernes 24 de enero del año 1992, la apacible ciudad amaneció con un movimiento fuera de lo común debido a la presencia de cientos de ciudadanos bolivianos llegados en caravana acompañando a su Presidente, Jaime Paz Zamora, para la firma del “Convenio Marco del Proyecto Binacional de Amistad, Cooperación e Integración Gran Mariscal Andrés de Santa Cruz”, con su homólogo peruano, el Ingeniero Alberto Fujimori.

Conocido como BOLIVIMAR, el convenio cede una franja de cinco kilómetros de playa por 90 años renovables, para la construcción de un puerto, el desarrollo de una zona turística y la instalación de una zona franca, a 14 km al sur de Ilo y a 14 horas de La Paz. Proyectos que nunca se materializaron por la ausencia de condiciones mínimas para su implementación.

Por la tarde, mientras que la comitiva oficial boliviana retornaba hacia su país, el Presidente Fujimori se enrumbó hacia el norte, por la Vía Costanera, hacia destinos desconocidos. Un cordón policial en el puente de Boca del Río, impidió el paso de la prensa y los curiosos, dando por culminada la cobertura a tan ilustre visita. Los siguientes días la prensa radial conjeturó sobre la agenda del Presidente: una salida furtiva en yate; una francachela con el Coronel Jefe del Cuartel Tarapacá; una reunión con altos funcionarios de la Southern en las instalaciones de la Refinería de Cobre de Minero Perú para negociar su venta; o todas las anteriores.

Todo parece indicar que se trató de la tercera opción.

Es conocido que por aquellos meses Fujimori venía preparando el autogolpe y el control de todas las instituciones del Estado como condición para perpetuarse en el poder, lo cual demandó el respaldo de los altos mandos de las fuerzas armadas y la complicidad del empresariado de los principales sectores productivos, especialmente del extractivo; y para ello implementó un paquete de prebendas y privilegios.

El esquema de venta de las empresas mineras incluyó una fuerte inversión para sanear sus deudas, aniquilar el movimiento sindical y procurar un marco legal de beneficios tributarios a costa de los propios intereses del Estado, para su posterior venta al capital privado internacional.[3]

Durante el período 1992-96 se privatizó cerca de 110 empresas estatales, lo que generó ingresos para el Estado por US$ 7,200 millones, de los cuales US$1,000 millones correspondieron a las empresas mineras. En este paquete, la Refinería de Ilo fue vendida por 66 millones de dólares[4] (a pesar de ser una de las pocas unidades productivas del Estado con importantes utilidades) en condiciones extrañamente favorables a la empresa Southern, sin contar con un plan de corto y largo plazo, y en perjuicio del desarrollo de Ilo y la región Moquegua.[5]

El mismo Fujimori, al justificar sus medidas ante el Congreso Constituyente (fujishock, cierre del Congreso, medidas económicas), mencionó su estrategia de negociación y venta de las empresas mineras como una forma de resolver un “dolor de cabeza” en medio de la crisis económica.[6] Por su parte, el exgerente de la Southern, en sus memorias, da cuenta de las relaciones de la empresa con los presidentes de los gobiernos de los últimos 40 años, incluidas las negociaciones con Fujimori.[7]

Lo que no se sabe es que, el desplazamiento misterioso de aquella tarde del 24 de enero del año 1992, además de reuniones subrepticias con el empresariado minero, incluyó una actividad adicional que me sería revelada 20 años después.

El curandero, el azar y la historia

El verano del 2016 me tocó visitar Moquegua por motivos de trabajo y aproveché en pasar por Ilo antes de retornar a Lima.

Pensé volver al Muelle, caminar por el bello Malecón Costero, dar una vuelta por el Varadero, comer unos deliciosos frutos del mar, pero, llegando esa mañana, me enteré por la radio que estaba por iniciarse la ceremonia de entrega de credenciales al Comité de Vigilancia del Presupuesto Participativo, presidido nada menos que por mi viejo amigo Isidro Muñoz.

Sigue en sus andanzas. Me dije, mientras me dirigía a las instalaciones de la Municipalidad para presenciar el acto. Ahí estaba, con su casaca imitación cuero color marrón, algunas arrugas adicionales surcaban su frente, locuaz como siempre.

Ya instalados con dos cervezas heladas sobre la mesa, luego del alborozo inicial motivado por tan inesperado reencuentro, dimos curso a una desordenada conversación. Nos pusimos al día sobre nuestras respectivas vidas y desempolvamos una serie de recuerdos del trabajo que realizamos en favor de la ciudad y los pueblos jóvenes de Ilo.[8]

Te voy a contar algo, pero júrame que no se lo vas a decir a nadie. A nadie. Al menos mientras que yo esté vivo. Me sorprendió, luego de un par de horas, con la inminente revelación de un hecho transcendental. Te lo prometo, compadre.

Evocó con lujo de detalle los años en que dejó la pesca con chinchorro y se dedicó a apoyar el trabajo en el puesto de carne de su esposa, en el Mercado Pacocha. En especial, me refirió que aquellos martes y viernes que visitaba el Camal, no solo fue para escoger la mejor menudencia, sino que se hizo amigo del Boliviano, de quien fue aprendiendo y ejercitándose en el oficio de matarife.

En esa época el degüello era a punta de daga y la sangre corría por el suelo; los intestinos se lavaban sobre unas lozas de cemento y las panzas se escaldaban en bateas de agua hervida en cocina; y toda la menudencia se lavaban a punta de palo y baldes de agua. ¡Puta, qué tales tiempos! No como ahora que hay aparatos eléctricos para matar a la res y lavadoras y todo moderno.Pero lo realmente singular del relato fue saber que no solo era el matarife de la ciudad de Ilo, sino que, además, el Boliviano oficiaba de curandero y vidente, teniendo como especial clientela a los altos funcionarios de la Southern y sus parientes y algunas familias adineradas de Tacna.

El cliente escogía en el corral a la res que iba a ser sacrificada. Luego, el Boliviano clavaba la daga, aquí en la nuca, uno solo tiro, preciso. De ahí el degüelle y la sangre calientita a la batea. Lo metía calato al visitante, lo remojaba con la sangre, le rezaba con su pucho y respondía a las preguntas que le hacían. El granputa miraba los coágulos que se iban formando y respondía como si leyese las cartas o las hojas de coca. A mí me hacía ver escondido atrás de los cilindros viejos, calladito. Al final un baño a punta de jarro, se vestía y le pagaban. Buena guita. Ahí entendí por qué el serrano chambeaba en el camal, solo, y por una miseria que le pagaban en el Municipio.

Presentí que no me había dicho todo. Pedí dos cervezas más a modo de incentivo y las coloqué en su delante. Habla.

Puta, ya juraste por tu vida que no vas a contarle a nadie. Nuevamente él. Descuida.

¿Te acuerdas ese viernes que hubo todo un laberinto en el Puerto por la llegada de los presidentes a firmar el convenio de Boliviamar? Bajaron como mierda de boliches con sus camionetas, sus chelas y ollas de comida y se armó toda una juerga en el malecón y en la playa Pozoelisas… Te acordaste… Ya. Ese viernes, el Boliviano no vino a chambear porque se puso a chupar con sus paisanos, y tenía 4 reses en el corral esperando para ese día y otras 3 para el martes. Así que yo mismo fui, hice la faena yo solito. Me gradué de matarife. Luego limpié todo, dejé arregladito. Cansado, me cabeceé un buen rato, esperándolo. Me desperté con el ruido de unos autos que entraban por el patio de atrás. Eran unas camionetas. Se bajaron 5 huevones y entraron al camal, 2 adelante, 1 al medio y 2 atrás.

¿Es usted el Boliviano? Me preguntó uno de los de adelante con voz de milico.

Mande, para qué soy bueno. Dije, sin pensar en las consecuencias de tamaña mentira.

El de atrás avanzó unos pasos, poniéndose delante de mí: señor Boliviano, se de sus dotes de curandero y que no falla nunca. Tengo buenas referencias del gerente de la Southern y de un par de amigos más de Lima. Me gustaría hacerle una consulta muy importante. Claro, necesito de usted total discreción. Y no se preocupe, va a ser muy bien recompensado.

Sí señor. Pierda usted cuidado. Con mucho gusto. Estoy aquí para servirle en lo que usted necesite, señor Presidente.

Colofón

Representó todo el ritual del degüello, el baño en la sangre, el rezo y la fumada, con el profesionalismo y maestría dignos del mejor actor de teatro.

Señor Boliviano, tengo que tomar una decisión que muy pronto va a cambiar los destinos del Perú, pero requiero tener la seguridad plena y absoluta. Observe usted con cuidado la sangre de esta batea y dígame ¿lo de abril va a tener éxito?

Isidro Muñoz miró de reojo las armas que portaban los guardaespaldas, tomó conciencia que nadie sabía de su paradero y que en las grandes pampas y lomas al sur de la ciudad de Ilo existía harto lugar para quemarlo y enterrarlo. Simuló descifrar los mensajes ocultos de la sangre y, con total aplomo, y sin tener una puta idea de qué se trataba el asunto, respondió.

Sí señor presidente, va a tener éxito. Proceda usted.

Lo del golpe de abril del 92 y la instauración de la dictadura más corrupta y violadora de los derechos humanos de la historia del Perú, son harto conocidos.

Mi amigo Isidro Muñoz, falleció en octubre del 2020 y con ese triste acontecimiento quedé liberado del juramento de silencio que le hice aquel día en que nos encontramos luego de tantos años y compartimos las últimas cervezas en una chingana del puerto de Ilo.

 

W.M.P. / 23.01.2022

 

[1] Acuerdo entre Fujimori y Paz Zamora para que Bolivia acceda al mar. Mabel Azcui. La Paz – 24 enero de 1992. Diario El País (España). Edición para América. En: https://elpais.com/diario/1992/01/25/internacional/696294007_850215.html

 [2] Agua, Minería y Contaminación. El caso Southern Perú. Doris Balvín Díaz, con la colaboración de Juan Tejedo Huamán y Humberto Lozada Castro. Ediciones Labor. Ilo, Perú, 1995.

 [3] La minería peruana: lo que sabemos y lo que aún nos falta saber.  Kuramoto, Juana – Glave, Manuel. En: Investigación, políticas y desarrollo en el Perú. Lima: GRADE, 2007. Grade. Lima, 2007. Pg. 139.

[4] Las Privatizaciones y Concesiones. Bruno Franco – Ítalo Muñoz – Pedro Sánchez -Verónica Zavala. Instituto Peruano de Economía. Documento de investigación. Marzo de 1999.

[5] Privatización de la Refinería de Cobre de Ilo – Minero Perú S.A. Comisión Investigadora Encargada de Cumplir las Conclusiones y Recomendaciones a las que Arribaron las Cinco Comisiones Investigadoras Respecto al Período del Ex Presidente Alberto Fujimori Fujimori. Congreso De La República. Julio 2003

[6] Mensaje del presidente constitucional del Perú, ingeniero Alberto Fujimori Fujimori, ante el Congreso Constituyente Democrático, el 28 de julio de 1993. Pag7. 

En: https://www.congreso.gob.pe/Docs/participacion/museo/congreso/files/mensajes/1981-2000/files/mensaje-1993-af.pdf

[7] Un minero americano en Perú. Una lección de paciencia y perseverancia. Charles Preble. Lima, 2016.

[8] Documentos de nuestro trabajo se encuentren en:  https://drive.google.com/drive/folders/1fY7I9DV9qWkptyNdzV0wa4nhikPxSjCi?usp=sharing