Testigo de ausencias progresivas, la casa en donde vivieron mis abuelos maternos en Ancón, se va acostumbrando a los silencios prolongados, o acaso al rumor que se advierte del viento ingresando sigiloso entre las aberturas de los ventanales, ya sin vidrio.
Y al final -habitada solo por los recuerdos de los domingos bulliciosos y por los espíritus que la eligieron de mausoleo- la casa vacía sede a la soledad y asume su decadencia y deceso inminente.
Si la soledad de las viviendas es algo que siempre me da un sacudón. ver casas vacías y hacerte preguntas sobre los que vivieron ahí. siempre me pasa cuando voy al interior y veo las casas con sus puertas cansadas y sus candados forzándolas a no abrirse mas…
Me encantaron las fotos, las habitaciones vacías y empolvadas… luego me salió mi lado práctico, conozco un carpintero que haría joyas de esos lindos muebles antiguos.