A don Fausto, con todo mi cariño

Sir Fausto ha llegado a la cima de la montaña y ubicado un lugar adecuado para observar y analizar la ruta para el descenso. Siente el frío en los huesos y tiene los pies congelados. La noche está avanzada, pero las tres lunas han coincidido en perfecta conjunción y sus presencias iluminan suficientemente el escenario.

Observa con atención la planicie de arena blanca, como las de aquellas playas de las islas perdidas que conquistara en décadas pasadas. Analiza los movimientos de los Guardianes Acorazados que raudamente cruzan entre los montículos que flanquean el preciado Castillo Rosado de Torres de Marfil, blandiendo hábilmente y de manera simultánea sus dos sables en armonía perfecta. Montículos que se descubren como pequeñas cabañas-caracolas dispuestas -aparentemente- sin ningún orden, pero que él sabe, ocultan vigías prestos a dar la alarma ante cualquier peligro.

Evalúa la real amenaza que pueden significar aquellos extraños seres alados que surcan los cielos, raudos, escurridizos, con sus plumajes luminiscentes color naranja. Que cruzan y se detienen de pronto, para observar -con enormes ojos- sus dominios, para continuar luego con sus vuelos zigzagueantes y rutinarios, una y otra vez.

Identifica la exótica vegetación en singular danza motivada por los vientos que solo ocurren en estos parajes. Vegetación que ha decidido como eventual refugio y camuflaje, si tuviese que emprender la retirada. Situación que, sin embargo, descarta rápidamente.

Sir Fausto empuña la lanza. Ha decidido la ruta para el descenso y la conquista del Castillo Rosado de Torres de Marfil. Todo está dicho. Es el momento. Se encomienda a los espíritus de sus ancestros.

Renato, su fiel escudero, lo observa paciente unos pasos atrás. Lo observa como lo viene haciendo estas últimas Mil y Una Noches. Se acerca a cubrirlo con el capote y retirarle la escoba de la mano antes que haga algún destrozo en la sala

– Papá, son las dos de la madrugada. Abrígate. Regresa a la cama que te vas a resfriar. Y ya te he dicho que no está bien que andes metiendo tu dentadura postiza en la pecera. Se van a morir los goldfish, como los de la semana pasada.

Sir Fausto se retira a sus aposentos, esperando mejores condiciones para su próxima incursión en el Castillo Rosado de Torres de Marfil.

18.10.2017