Quizá resulte sorprendente pensar que alguna vez Lima fue parte de un sistema de valles costeros. Quizá resulte extraño para la juventud que visita Mega Plaza Norte, que desde su segundo piso podría haberse visto una extensa zona agrícola. Ahora solo se divisan urbanizaciones consolidadas, centros comerciales, universidades, intercambios viales. Lima Norte se ha constituido en emblema de pujanza y desarrollo, de modernidad y de sueños cumplidos. Lima Norte se urbaniza y moderniza, mientras que una de sus últimas zonas agrícolas se extingue, solitaria.

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En las últimas décadas, la ciudad de Lima ha tenido a la cuenca baja del Chillón como uno de sus espacios de expansión, principalmente las zonas agrícolas de los distritos de San Martín de Porres, Los Olivos, Comas, Puente Piedra y Carabayllo. Entre los años 1970 y 2000, éstas pasaron de 11.4 mil has a 6.6 mil has. En ese mismo período, el distrito de San Martín de Porres perdió 2.3 mil has de las 3.2 mil has con que contaba. (1)

En la actualidad, unas cuantas parcelas de la ex hacienda Chuquitanta, resisten -exánimes- ante la presión del crecimiento urbano que, en su modelo, prescinde de estos espacios, paisajes y recursos, como parte de la oferta de bienestar que la ciudad puede ofrecer a sus habitantes.

Bajo los parámetros de funcionamiento del mercado inmobiliario y de los organismos reguladores, la expansión urbana se muestra como transgresora de estos espacios de borde, el crecimiento de la ciudad resulta despojándose de sus recursos paisajísticos y naturales, de su historia y cultura, de su potencial agro-productivo. En definitiva, la posibilidad de que lo urbano y lo rural puedan mantener relaciones de funcionalidad y armonía-

Proceso de crecimiento urbano sobre las áreas agrícolas de San Martín de Porres

Planificación urbana o crónica de una muerte anunciada

Y no es que las zonas agrícolas circundantes de la ciudad hayan estado ausentes en los instrumentos de planificación. Habiéndose incorporado bajo enfoques modernos a principios de los 80s, la planificación de la ciudad fue ganada por la realidad de su propia dinámica.

Por su parte, el Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima y Callao 1990 – 2010 reconoce la zona de Chuquitanta –en el Esquema de Ordenamiento Físico Espacial– como “reducto agrícola” del distrito de San Martín y le asigna uso de reserva agrícola y recreación.  (3)

La propuesta de ordenamiento territorial de la cuenca del Chillón, elaborado por la Municipalidad Metropolitana de Lima (2000), propone un modelo de ordenación y gestión integral para la conservación y protección de los recursos paisajísticos, la diversidad biológica y los valores históricos y culturales de la Cuenca Chillón. (4)

En los planes de desarrollo distrital de San Martín de Porres, simplemente la zona agrícola es inadvertida como parte de su espacio territorial, de su problemática, de su interés para la gestión municipal. Baste señalar que en el Plan de Desarrollo vigente, en el acápite “Contexto Territorial – Ambiental del Distrito”, en solo dos párrafos se indica como principal problema de acondicionamiento territorial y de desarrollo urbano, el hecho de que “… carece de un Plan Urbano Distrital …” y que al distrito de San Martín de Porres “se le puede considerar un distrito consolidado como urbano, cuyos terrenos agrícolas casi en su totalidad se han convertido en urbanizaciones y asentamientos como áreas urbanas de expansión.” (5)

Ilegalidad e informalidad: patrimonio nacional

La cuenca baja del Chillón, estructurada en haciendas y luego en Cooperativas Agrarias de Producción (como consecuencia de la Reforma Agraria de 1969), experimentó un proceso de fragmentación de la propiedad como mecanismo de especulación, tanto de los hacendados (en alianza con la banca inmobiliaria), como de los propios cooperativistas (en alianza con promotores inmobiliarios informales).

Venta de suelo agrícola tizado para fines de vivienda (WMP, 1984)

Los primeros orientaron su oferta de urbanizaciones habilitadas (Pro, Naranjal) hacia un sector con ciertos recursos económicos, mientras que los segundos, se dirigieron a un mercado que, como máximo, podían adquirir un lote tizado de chacra y sin habilitación urbana.

Durante el segundo quinquenio de los 80, de manera explosiva, las ex haciendas Santa Rosa, Chavarría y Chuquitanta fueron ofertadas por varias decenas de asociaciones y cooperativas de vivienda; unas 5 mil familias adquirieron sus respectivos sueños de casa propia en dicho período; mil hectáreas de suelo agrícola fueron afectadas por este proceso de incorporación de suelos agrícolas al mercado inmobiliario. En la actualidad, el distrito de San Martín de Porres cuenta con 1 centro poblado, 80 centros urbanos informales, 148 urbanizaciones, 465 asociaciones y cooperativas de vivienda, 61 pueblos jóvenes y asentamientos humanos.

Los instrumentos y mecanismos de planificación y control quedaron rebasados por la dinámica del mercado inmobiliario, que se mantiene hasta la fecha.

Ciudad inclusiva, ciudad inconclusa

La ocupación de las áreas agrícolas de la ex hacienda Chuqitanta, reproduce el tradicional mecanismo de configuración y crecimiento de la ciudad de Lima en sus zonas periféricas por acción de familias de los sectores de bajos ingresos.

Paisaje típico de la zona de expansión urbana en la ex hacienda Chuquitanta (WMP, 2014)

Ya no se invade terreno eriazo, del Estado, vacío o sin uso aparente. Se compra un lote tizado. Igualmente, sin ningún tipo de habilitación, pero dentro del sistema. Viviendas precarias anteceden los años de autoconstrucción progresiva. Pistas y veredas de largas ausencias estructuran la nueva trama. Parques reducidos a puntos de acopio de la basura, esperan su turno luego de las zanjas para la instalación de los servicios básicos.

Cuatro líneas de transporte público ocupan las calles y ya son pate del paisaje. Ese que se muestra interrumpido por antenas de alta tensión en medio de la avenida principal. Paisaje que entre el gris y el color ladrillo hacen juego con la tierra que nos recuerda que algún día fue fértil depositaria de semillas de productos de pan llevar que alimentaron a la ciudad.

Paisaje siempre inconcluso, eterna ciudad en construcción. Pero de propietarios privados, quizá hijos o nietos de migrantes, que ya no invaden, que ingresan al mercado inmobiliario con su plata. Dignos exponentes del “emprendimiento” de Lima Norte. 

En Chuquitanta se vende la historia. O se la llevan en volquetes

El diario La República (01.07.2013) informa que una de las 12 pirámides del Complejo Arqueológico El Paraíso fue destruida e incinerada por un grupo de sujetos, aparentemente por órdenes de la Compañía y Promotora Provelanz E.I.R.L. y la inmobiliaria Alisol S.A.C, propiedad de Alicia Romaní Vargas.

Venta de lotes de vivienda sobre monumento arqueológico: Muralla de Oquendo (Koke Contreras, 2013)

Con una pala mecánica y una retroexcavadora se derribó la pirámide de 6 metros de alto y más de 2.000 metros cuadrados de extensión, generando un daño irreparable al complejo arqueológico monumental más antiguo y grande de Lima Metropolitana y de la costa central del Perú, el mismo que tiene una antigüedad sería de 4 a 5 mil años (3000 años antes de Cristo).

El apetito por el lucro no tiene límites. Igual fin tiene escrito la Muralla de Oquendo, de más de 15 kilómetros de perímetro que encierra un área de alrededor de 635 ha y que es utilizado como material de construcción y hasta de panel publicitario de las ventas irregulares de los lotes para vivienda.

Otro patrimonio de la zona que ha sido destruido es el oasis El Paraíso, típica formación de ecosistemas de desierto, uno de los últimos vestigios del complejo sistema hídrico de la costa norte de Lima y que sirvió de fuente de vida para los primeros pobladores. Esta vez rellenado por acción de una empresa encargada de depósito de contenedores de Ventanilla.

Mirando sus huellas futuras

“Vendemos terreno con un área de 60,000 m2 en ex hacienda Chuquitanta – fundo El Paraíso. A 15 dólares el m2 más IGV”, reza el anuncio en el Buscador Gratuito de Ventas de Casas por internet.

Lima crece, se moderniza. Lima Norte se yergue orgullosa de su dinamismo y progreso. El último de los Chuquitanta, integrante del Señorío de Colli, desde la colina que alberga su patrimonio arqueológico, observa su ocaso, el de la productividad de su tierra, el de su río, el de su historia.

Ex hacienda Chuquitanta. Remanente en el extremo nor-oeste del distrito San Martín de Porres (WMP, 2014)

(1) CALDERON COCKBURN, Julio. Mercado de tierras urbanas, propiedad y pobreza. Lima: Lincoln Institute of Land Policy. Lima: 2006. Pg. 112

(2) RUIZ DE SOMOCURCIO, Jorge. Lima: plan de estructuración urbana. Un nuevo conocimiento de la metrópoli. En: La planificación de la ciudad. Experiencias latinoamericanas. Mario Lunco, Coordinador. Flacso. Cuaderno N° 1. Pg 72 y sgts. 

(3) MUNICIPALIDAD METROPOLITANA DE LIMA. Ordenamiento Territorial de las Cuencas de Chillón y Lurín. Propuesta. Instituto Metropolitano de Planificación. Lima: 2000. Pg. 953

(4) OVIEDO LIRA, José. PLANMET: Plan de Desarrollo Metropolitano de Lima y Callao 1990-2010. En: URBVIAL SA. <http://urbvial.blogspot.com/2011/04/planmet-plan-de-desarrollo.html> 14.04.2011

(5) MUNICIPALIDAD DISTRITAL DE SAN MARTÍN DE PORRES. Plan Estratégico Institucional de la Municipalidad Distrital de San Martín de Porres al 2017. Lima: 2012. Pg 23.

W.M.P. / Lima, 19 de setiembre del 2014