Para Joaquín, atender a la empresa inmobiliaria pionera y líder en la introducción de la nanotecnología en el desarrollo de servicios automatizados y sistemas inteligentes de oficinas, departamentos y viviendas de condominios, era una gran oportunidad que no podía dejar pasar.

Las consultorías en aseguramiento de la calidad de empresas inmobiliarias, se había constituido en su nicho laboral, razón por la cual Terranova Holding lo contactó para realizar la evaluación de sus líneas de producción de especial relevancia y certificar el sistema de dirección estratégica, organización y control de los procesos operativos.

Luego de las 14 horas de viaje por avión, Joaquín se dispuso a iniciar su trabajo de evaluación, que resultó más extenuante de lo previsto: reuniones con el Directorio y la Gerencia, revisión de documentos y reportes de monitoreo, sesiones con los miembros de la Comisión Técnica, consultas a la Central Internacional de Estándares establecidos por la ISO-2021, videoconferencias con su solícito asistente. Tareas prolijamente atendidas y que lo condujeron a la pronta identificación de campos grises respecto a la trayectoria de algunos lotes de productos tecnológicos a lo largo de la cadena de suministros. El requerimiento de viaje a las ciudades del interior en donde se ubicaban las filiales y unidades operativas, para verificar algunos datos con los ingenieros de planta, no se hizo esperar. El Gerente entendió la demanda y autorizó las visitas.

El trajín de estos primeros días, no le permitió disfrutar de la gran ciudad ni del moderno departamento del piso 31 asignado por la empresa para su estancia; y es que, llegada la noche, apenas si tenía ganas para servirse una copa de vino, encender un cigarrillo, poner algo de música y sumergirse en la elegante bañera clásica tipo Hassel de Beliani, para relajarse unos minutos antes de ir a la cama y dormir unas cuantas horas.

Rutina que se vio alterada al retorno de las visitas a las filiales y unidades operativas de Terranova Holding, cuando, al encender la luz del cuarto de baño, advirtió con sorpresa de que, durante su ausencia, la bañera clásica había sido reemplazada por una sofisticada cabina con ducha española de acero y vidrio templado, de esas que la empresa promocionaba en sus catálogos de venta de sus modernos departamentos.

Se dispuso a probar la tecnología de punta en los servicios sanitarios y empezó a manipular los botones que parecían administrar los diez aditamentos direccionables de salidas de agua situados a los costados, el extractor de vapor y climatizador, los focos de luz led que observa en la parte superior, los dispensadores de jabón, perfumes o champú y otros accesorios que harían del baño una experiencia novedosa.

Fueron minutos de sensaciones inéditas y de insospechado deleite; minutos en que aguas temperadas, aromas, sonidos, vibraciones y luminiscencias emanadas de la cabina transmutaban en incomprensible fusión termo-física para generar en cada célula de su cuerpo múltiples y simultáneos estímulos nerviosos; minutos de deslumbramiento y reminiscencias que lo obligaron a aferrarse a las manijas para no desplomarse en vorágine infinito de éxtasis.

En la mañana siguiente no pudo sobreponerse a la sensación de languidez que lo invadía, ni logró concentrarse para sustentar adecuadamente los contundentes hallazgos y preocupantes conclusiones a las que arribó en las visitas a las filiales de la gran empresa inmobiliaria, recibiendo del Gerente una sutil invitación a enmendar los cuestionamientos preliminares, en la redacción del informe final de consultoría externa.

Los días siguientes Joaquín los pasó sin salir del moderno departamento del piso 31 asignado por la empresa para su estancia y no precisamente por su dedicación exclusiva a la culminación de su informe final de consultoría. Y es que, aquella noche, cuando por primera vez disfrutó de la sofisticada cabina de ducha española de acero y vidrio templado, nada le hizo suponer que se encontraba cruzando el umbral de lo absurdo y lo irracional, para ingresar a dimensiones inimaginables en donde la tecnología se mostraba en todo su esplendor y poder de manipulación de la mente y la materia y ante los cuales se rendiría una y otra vez.

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Luego de experimentar intensos momentos de resistencia, termina doblegado y sin voluntad ni autonomía. Ingresa con desesperación, maniobraba casi instintivamente los botones, se posa ante las fuerzas incomprensibles y sucumbe -privilegiado él- ante los placeres mágicos de la cabina.

A las horas despierta, debilitado, sin aliento ni fuerzas suficientes para incorporarse, aplastado por el sentimiento de culpa. Derrumbado sobre la alfombra. Organiza sus pensamientos y toma la decisión de recuperarse para ordenar sus cosas y escapar hacia el aeropuerto.

Una vez en pie, con algo de fuerza y conciencia, mete los papeles en su portafolio junto a la laptop. La maleta está casi lista desde hace días. Ingresa al baño a remojarse la cabeza. Piensa que es un error, pero ya es muy tarde. La observa en su plenitud y una vez más esta pulsión de muerte lo invade, lo domina, lo aniquila, lo conduce a las aguas y aromas deseados. Pierde nuevamente.

No sabe que día es, pero tiene la sensación de que han pasado muchos desde que regresó de la visita a las filiales. No siente hambre, ni siente su peso corporal. Se mira desnudo y observa los pellejos y huesos en los lugares en donde antes exhibía una anatomía envidiable. Busca algo de vino y algún cigarrillo entre las botellas y cajetillas que quedaron tiradas por ahí. Arrastra su humanidad por los ambientes del moderno departamento del piso 31 que la empresa destinó para su estadía. Lo decide por enésima vez: Ahora sí me marcho.

Un último ingreso no le hará mayor daño. Piensa. Se despoja de lo que tiene puesto. Totalmente debilitado, se apoya en las manijas de acero inoxidable, las gira y deja caer los fuertes chorros sobre su encovada y esquelética espalda. El agua se pierde por el sumidero llevándose consigo pequeños envoltijos de piel, uñas y pelos, junto a la sangre y otros fluidos corporales que reconoce como suyos. Tendido en medio de un nauseabundo charco, con sus entrañas expuestas y descomponiéndose ante los rigores del agua caliente, con la vista nublada y ya casi sin aliento, logra recordar que este viaje era una gran oportunidad para su desarrollo profesional que no podía dejar pasar.

W.M.P. / 03.10.2021

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